viernes, 3 de febrero de 2012

Quizá sea que llevo varios años observando una luz en la ventana de una casa vacía, la observaba cada noche preguntándome por qué y por qué no estaba encendida justo ahí y a las once de la noche, cada día sin falta. Puede que sea porque hoy mirando desde otra perspectiva me he dado cuenta de que no había luz ni mucho menos, que era el reflejo de una farola en el cristal. Sería porque ya llevabas bastante tiempo mereciéndote algo así. Seguramente esta entrada no compense, o no llegue a llenar nunca el gran agujero que has cavado día tras día dentro de mi, pero aun así quería hacerlo. No, que va, no quería, nunca se me ha dado bien darme cuenta de lo que quiero, más bien lo necesitaba. Muchos dicen que no saben lo que tienes hasta que lo pierdes, lo leo muy a menudo, en relatos de gente lamentándose como niños pequeños que cuando les quitas un juguete quieren tenerlo. Yo no, me daba cuenta perfectamente de lo que tenía y de lo tantísimo que me hacías falta. Todo ha cambiado mucho, a peor como siempre. Lo que marcó un antes y un después en esta historia fue aquella noche en la que mi amiga la cerveza me dijo que te quería de manera distinta a como había estado haciéndolo toda mi vida, así que le hice caso y me bebí otro vaso, para aliviar. Y gracias a él, más que flashes, tengo un gran agujero negro de esa noche. Ahora no sabes lo frustrante que es tener miedo a mirarte, como si fueses un completo extraño, como si fueses otra persona diferente a aquel amigo con el que me rei tantas veces, y al que tantas veces le empapé el hombro de la camiseta de llorar por algún imbécil. Esa persona ya no existe, y lo que más me duele de todo es que a ti no te afecta, bueno, no lo se, prácticamente no he hablado contigo desde entonces. Eres imbécil por no decirme lo mal que estuve y lo bien que me he lavado las manos y me he desentendido del tema, pero como siempre hemos sido igual de tontos, seguimos dejando pasar el tiempo sin saber que día que pasa no vuelve y que quizá llegue el día en que ya no nos hagamos falta, no nos importe nada. Y por desgracia, cada minuto que pasa estoy más segura de que ese momento se acerca, que te escapas y que cada vez estás más lejos. Me jode que no sepas lo muchísimo que te quiero, pero me hiciste así de orgullosa y ese es el orgullo que me impide romper a llorar y decirtelo. Curioso que todo esto haya sido por una jodida ventana.

2 comentarios:

  1. Todo ha cambiado mucho, a peor como siempre.
    Esa me ha gustado mucho.
    Pero quién sabe, no siempre todo va a ir mal. La vida es cíclica. Besos guapa:)

    ResponderEliminar
  2. Es muy cuqui tu blog!! Me pasaba por aquí para dejar mi blog http://vivalaleydeltemor.blogspot.com para que os hicierais seguidores y asi yo me hare del vuestro :)

    ResponderEliminar