Nunca pude decirte cuanto te quiero.
Creo que tal vez, tú lo podías sospechar;
pero yo no me lo voy a poder perdonar,
jamás.
Siempre estuviste ahí, con tu sonrisa
inalterable, con tus ganas de vivir,
y con tu alegría contagiosa.
En mi recuerdo quedan sólo buenos
momentos, y la felicidad que transmitías
sólo con tu presencia.
Lo único que me reprocho es no haber
disfrutado más de ti, y sobre todo en
tus últimos momentos, no poder estar
contigo para decirte todo esto. Pero sé
que ahora me estás viendo, y aunque
veas lágrimas en mis ojos quiero que
sepas que en el fondo de mi ser, me
alegra saber que nunca más volverás
a sufrir, y que serás feliz. Para siempre.
Susana Martínez
es precioso lo que escrives
ResponderEliminarme gusta mucho tu blog, ya te sigo un besito!
http://vidaconstantetraficodesonrisas.blogspot.com/