domingo, 18 de noviembre de 2012

We will become silhouettes

Arrancas la tira de plástico del envoltorio, lo abres, quitas el papel dorado, coges uno, lo enciendes. Qué bien sabe, el primero siempre es el mejor. 31. Lo matas por la mitad, cuando al humo le quedaban muchas cosas que contar. Lo vuelves a encender, ya no sabe tan bien pero sigues fumando, sigues y sigues y lo vuelves a apagar. Parece que lo has superado, pero no, recaes. Y sigues y sigues, parece que con el tiempo va sabiendo mejor. Que va, lo vuelves a apagar y te olvidas, no te acuerdas de que te quedaban dos caladas hasta que un día, lo vuelves a encender. Y justo cuando crees que podrás volver al principio, a abrir el paquete nuevito, a volver a hacerlo, a hacerlo bien, a disfrutarlo sin intermedios, se acaba. Esta vez no lo has apagado tú. Simplemente se ha consumido, no quedaba más de donde seguir sacando. Pasará tiempo hasta que la nicotina se vaya por completo de tus pulmones, pero una vez que se vaya, créeme, no volverá. No sabes cuanto durará este proceso, pero siempre podrás mitigar las ganas pensando que un día te levantarás, saldrás a la calle, y podrás decir con una sonrisa de oreja a oreja, con la cabeza bien alta: "he dejado de fumar". 







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