martes, 4 de febrero de 2014

We're simply meant to be.

Creo que nunca he llegado a sonreír tanto al escuchar un te quiero, tal vez por el momento, por tu voz entrecortada de aquel eristoff black que se llevaba entonces, tal vez porque yo no hacía más que pedirte que lo volvieras a repetir, una y otra vez, creo que aunque lo hubieras dicho doscientas veces no me habría cansado de oírlo. Recuerdo cuando éramos tan amigos que podíamos adivinar lo que contestaríamos en cada momento, cuando te reías de todo lo que decía y no me dejabas darte abrazos. También me acuerdo de la primera vez que tuve ganas de besarte y de lo raro que fue, pero, como si se tratase de la droga más adictiva, nos convertimos en dos polos de un mismo imán y, por mucho que las circunstancias nos separasen siempre encontrábamos la manera de volverlos a unir, porque era algo inminente. Aunque pasaran las semanas, los dos sabíamos que tarde o temprano iba a llegar aquel momento, y llegaba. Simple e irrevocable. Fuiste la primera vez que sentí necesidad de alguien, fuiste mis primeros celos, mis primeras ganas de compartir futuro. Hay muchas cosas que me encantaría no haber hecho, o haberlas hecho mejor, pero la vida me ha enseñado que tiene de todo menos botones, no podemos ni rebobinar, ni acelerar, ni parar, ni siquiera pulsar replay. Aún así creo en la fuerza magnética del Universo, me leí la Ley de la atracción, y creo que no hay mejor ejemplo, ya que, aunque esta vez haya pasado bastante más tiempo que unas semanas, no existe nada ni hay nadie en el mundo que pueda negar que tú y yo reinventamos la definición de magnetismo, y tú eres la única parte de hierro sobre la faz de la Tierra de la que tengo la absoluta certeza de que no me va a acabar por repeler. No sé cuando ni donde, solo sé que algún día seremos.





No hay comentarios:

Publicar un comentario