jueves, 27 de noviembre de 2014

Desde mi cielo

De nada sirve escribir un panegírico si ya no lo vas a escuchar, triste manera de comenzar este intento de adiós, pero así es.
No tengo más que decirte que lo que ya te dije cuando estabas aquí. No eras de esas que contaban cuentos para dormir, ni que decían frases míticas que recuerdas toda la vida. Pero tú me enseñaste a vivir, me enseñaste que la vida, aunque en algunas ocasiones es un valle de lágrimas, otras es pura alegría, me repetías mil veces que no me mordiera las uñas "porque eso no es de señoritas". Me contabas mil cuentos, pero no sobre reflexiones transcendentales, sino cuentos de no parar de reír, y no sabes cuanto me gustaban las arrugas que se te formaban al sonreír; la sonrisa más bonita que he visto jamás.
Debo decir que me has enseñado que la fortaleza física con los años cae en picado, pero que la fuerza en el corazón es intocable. Podré escribirte mil recuerdos en mil canciones y quizá nunca las sepa componer, pero sé como suenan los acordes rotos, mirar al cielo y saber que de entre todas las estrellas brillando, hay dos que me miran a mí.
Te quiero por ser quien eres, te quiero porque me sonreíste incluso cuando ya no podías hablar, ni siquiera moverte, te quiero porque sé que hasta en el último de tus instantes llenos de dolor, tú me quisiste. Y al ver las fotos viejas, con vestidos de colores y coletas en el pelo, guitarra en mano, miro al cielo; no canto nada, porque no me sale la voz, pero tú sentiste mi música y es con música con lo que te digo que voy a pintarme las uñas de rojo como tú y que yo también voy a quererte hasta mi último segundo, igual que tú lo hiciste.
"Dame la mano aunque te falte esa fuerza que en otros momentos te hacía invencible,
que en mí tejiste las alas con cordones de mimbre."

1 comentario:

  1. He acabado el texto practicamente llorando,me siento muy identificada, yo también sufro las perdidas de esas personas que fueron durante mucho tiempo epicentro de mi vida.Sé lo que duele, y sé que nunca dejará de doler aunque llegue un moomento en el que ya no me acuerde de sus voces, o ya a penas me queden recuerdos de ellos. Pero los voy a echar de menos lo que me quede de vida.
    La vida es demasiado triste cuando se nos va llenando de ausencias que te dejan vacia.

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